miércoles, 9 de noviembre de 2011

La crisis del euro en España y Europa: fácil, sencilla y para toda la familia

Desde que el Tratado de la Unión Europea entrara en vigor en 1993 tenía como uno de sus objetivos más claros la creación de una moneda única, que sería el símbolo de la Unión Económica y monetaria de Europa. Fue así como surgió el euro (€), una moneda que habría de ser única en todo el territorio de la Unión Europea a la larga, y cuya misión sería la de igualar las economías de los países que conforman dicha unión. 

Para formar parte de esta unión monetaria que acarrearía la nueva moneda, los países deberían cumplir una serie de requisitos económicos mínimos. Para llegar a cumplir estos requisitos y que la economía de España se engrosara el gobierno de Jose María de Aznar instauró una serie de políticas económicas neoliberales que fomentarían el desarrollo del negocio del ladrillo, el cual traería consigo especulación. 

Lo curioso del asunto del euro es que los requisitos que se pedían para la instauración del euro en cada país como moneda oficial no fueron alcanzados por ningún país, y para que el proyecto de establecer el euro saliera adelante se hizo la vista gorda en toda Europa. 

Y esto es sólo el inicio de la que se avecinaba, y de la crisis que tenemos ahora encima. Grecia era el país que más lejos estaba de los requisitos iniciales para instaurar el euro, pero lo arreglaron a su manera. El gobierno conservador que tenía Grecia en aquel momento pidió a Goldman Sachs, uno de los grupos de inversión más grandes del mundo, que maquillara sus cuentas, su auditoría. El entonces presidente de esta entidad, y actual presidente del Banco Central Europeo, el economista Mario Draghi, accedió a camuflar la ruina helena y el déficit de la deuda de la misma. 

Francia y Alemania tampoco eran países cumplidores, y mucho menos España, pero esta última crecía a un ritmo acelerado, lo que ha dado en llamarse el milagro económico, que propició la burbuja inmobiliaria tan cotizada en su día y que ahora ha explotado tan estrepitosamente. Mientras tanto, Grecia seguía conviviendo con el euro por encima de sus posibilidades, y Reino Unido, que renunció al euro en su momento, vive en estos momentos con menos intensidad que el resto la crisis del euro. 

Otro de los pecados capitales de Goldman Sachs fue su facilidad desmesurada de crédito. Esta empresa comenzó a dar créditos sin parar y le siguieron todos los bancos europeos. Pero en España la crisis no viene solo de los bancos y del euro, sino que también ha sido alimentada por una crisis inmobiliaria, la ya nombrada anteriormente burbuja inmobiliaria, originada por el gobierno del PP de Aznar, que instauró la Ley de Suelo entre otras medidas contraproducentes a largo plazo, y alimentada después por el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero. 

La quiebra de Lehman Brothers, mítica compañía estadounidense de servicios financieros, fue la señal más clara de que la falsa bonanza económica en la que estaba sumida Europa estaba ya moribunda. Las hipotecas basura concedidas por los bancos de EEUU dieron el pistoletazo de salida a la crisis en su máximo esplendor: todo el mundo empezaba a vender y las bolsas caían. Mientras, en España, las empresas comenzaban a despedir trabajadores, la gran mayoría con hipotecas desorbitadas herencia del falso estado de bienestar y el afán por vivir por encima de las verdaderas posibilidades del país, moda de la que fuera precursor en primer lugar el mismísimo Gobierno. El impago comenzó a crecer, se pararon las ventas y dejó de fluir el crédito. 

Mientras Zapatero negaba la crisis durante dos años, muchísimo tiempo, el paro crecía mientras abogaba por el pleno empleo. Todos los gobiernos europeos comenzaron los ajustes, menos España, y Europa hizo una auditoría de sus cuentas. Italia, España, Irlanda y Portugal tenían un déficit enorme y comenzaron a emplear un juego agresivo en los mercados de deuda soberana de cada país. España se encontró con dificultades al colocar su deuda, pues se comprometió a devolver el dinero solicitado en 6 meses, pero el interés salía demasiado caro. 

Pero lo mejor estaba aún por llegar: Grecia y su ruina. Los inversores vieron que la deuda pública de Grecia era el 126,8% del PIB, es decir, casi 3000.000 millones de euros, por lo que decidieron huir de allí. De esta situación se aprovechan las empresas de recalificación, que en vez de ayudar, juegan a especular, de manera que la cosa quedaría así: yo te hundo, luego te presto dinero, y tú me devuelves casi 10 veces más después, y mientras te digo que soy la única empresa que te dará dinero. A esto último se han dedicado empresas como Estándar&Poor’s o Moody’s. La deuda pública helena se rebajó, y ahora mismo sus bonos están calificados bajo el nombre de “bonos basura”. 

Y aquí viene la segunda parte de la cuestión, y es que los bancos franceses y alemanes son los que compraron masivamente bonos de Grecia para evitar su quiebra, y al declararse Grecia finalmente en bancarrota vendría el primer rescate de la Unión Europea. A cambio de este rescate con dinero de la UE, Grecia debería realizar recortes drásticos en servicios públicos. Portugal ahora mismo está también en precarias condiciones y se decide rescatarla, sale barato. En Irlanda pasa lo mismo, y eso que siempre ha sido un modelo liberal alabado por los más conservadores.

Los estados comenzaron a inyectar dinero público a sus bancos para que circulase el crédito, en el caso de España cifras astronómicas, sin consultar a los ciudadanos y sin conseguir que circulase el crédito. Distinto es el caso de Islandia, donde Europa exigió recortes y se consultó al pueblo mediante referéndum si, como se iba a hacer en Grecia, se pagaba la deuda y se inyectaba dinero a los bancos de las arcas públicas, y el resultado fue un “no”, al que curiosamente Europa no dijo nada, los bancos tampoco y mucho menos las agencias de calificación.


Sin embargo, la idea del referéndum en Grecia no ha sido posible llevarla a cabo. Papandreu quería someter el segundo rescate económico del país a referéndum, pero esto no se ha realizado puesto que Alemania ha amenazado a Grecia con la expulsión del conjunto de países que tienen como moneda el euro, lo cual haría que Grecia se quedara en bancarrota y Alemania lo sufriría puesto que sus bancos han adquirido casi toda la deuda helena. Resultado: Francia también ejerce presión sobre Grecia que acaba por retirar la idea del referéndum.


    Por último, quiero dar la entrada a mi gran amigo y colaborador Chechu Rivera, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, sin el cual esta entrada no hubiera sido posible, o bueno, quizá sí, pero no tan bien explicada. El señor Chechu es una fuente de sabiduría.